Un museo desde la ciencia al arte
La historia del Museo Nacional Del Prado, un templo del arte, es muy interesante. En origen no se creó para albergar pinturas. La actual pinacoteca fue en el siglo XVIII un espacio para conocer curiosidades como animales disecados, minerales o antigüedades. El edificio contó con la destreza del arquitecto Juan de Villanueva que en 1739 inició la construcción de un Gabinete de Ciencias Naturales como parte del ambicioso proyecto del rey Carlos III. El monarca ilustrado quería que el museo formara parte, junto a otras edificaciones como el Jardín Botánico o el Real Observatorio, de un paisaje urbano donde pudiera unirse el arte, la ciencia y la naturaleza.
Hoy podemos disfrutar de las colecciones del Prado gracias al amor de una reina por el arte. Maria Isabel de Braganza, casada con el nieto de Carlos III, convenció al entonces rey Fernando VII para convertir el Gabinete en el Real Museo de Pintura y Escultura. Es pues, gracias a ella, que podemos apreciar las obras más representativas del arte español hasta el siglo XIX.
Una visita a este museo deberíamos hacerla sin prisas porque la colección que tendremos delante de nuestros ojos bien lo merece.
No disfrutaremos solo de las pinturas o dibujos, también las esculturas o las artes decorativas tienen allí su espacio. Como muestra la colección de orfebrería, metales y piedras preciosas perteneciente a la exposición del Tesoro del Delfín que deja al visitante impresionado.
Sucede lo mismo si nos paramos delante de la escultura de Isabel II velada realizada en mármol de Carrara por el italiano Camillo Torreggiani en 1855. Es casi imposible evitar la tentación de retirarle el velo de la cara a la reina.
Muchas de las pinturas son parte de las diversas colecciones reales. Carlos V, Felipe II, Felipe IV como monarcas de los Hasburgo y Carlos III, Carlos IV, Fernando VII ya de la dinastía borbónica, fueron grandes coleccionistas de arte. La historia de España está representada en las salas de la pinacoteca y es contada por pintores como Tiziano, el Greco, Velazquez, Goya o Pradilla. Todos ellos retrataron las diversas sociedades de su tiempo gracias al gusto por el arte de algunos reyes y reinas.
Goya, el pintor del cambio
Goya está considerado por muchos como el padre de la pintura moderna. Su vida cruza dos siglos y momentos históricos que influyeron en todo su trabajo. El pintor va a conocer el paso del siglo XIII al XIX con todos los cambios políticos y sociales que transformaron a un país como España. Como pintor de corte, fue autor de pinturas creadas para los tapices que decoran los Sitios Reales y evolucionó hasta sus inquietantes pinturas negras. La mayor parte de la obra del artista se exhibe en este museo por lo que recorrer sus salas nos dará una extensa visión de lo que fue su proceso creativo.
Bartolomé Esteban Murillo, la religiosidad cotidiana
El Siglo de Oro Español reunió una cantidad excepcional de artistas en varias facetas. Entre los siglos XVI y XVII, tanto la ciudad de Sevilla como la de Madrid, fueron lugares de encuentro de pintores que se convirtieron en la élite del arte español con el paso de los años. Entre ellos destacaría Murillo, pintor sevillano muy influido por su religiosidad y que llegó incluso a pertenecer a una cofradía católica, la de la Virgen del Rosario a la que pintaría y hoy se puede ver en el museo. El pintor se quedó huérfano siendo niño en una época difícil plagada de luchas, epidemias y pobreza. Hizo suya la pintura de género dedicada a niños. Los retrataba con una cierta denuncia sobre las terribles condiciones en que vivían pero sacando lo mejor de ellos. Algunos de sus trabajos representando niños mendigos, mueven a la ternura. Muchos de ellos están repartidas por todo el mundo ya que Murillo tuvo mucho prestigio en Europa. Su faceta de pintor religioso, con importantes encargos para iglesias y monasterios, ha dejado obras de arte como la Sagrada Familia del pajarito en la que el artista recrea una escena cotidiana en la que el Niño Jesús juega con un pájaro mientras sus padres le observan sin dejar sus quehaceres. Es uno de los cuadros más bellos y famosos del Museo Nacional del Prado.
Diego Velázquez, arte en la corte
Velazquez, otro de los artistas del Siglo de Oro español, es uno de los grandes en el arte de todos los tiempos. Nacido en Sevilla, se traslada a Madrid al ser requerido por la corte del rey Felipe IV, que se enamoró de la manera de pintar del maestro. Obras como Las meninas, los retratos de los reyes y reinas españoles del siglo XVII o el famoso cuadro de La rendición de Breda, fueron encargos de la realeza con fines propagandísticos.
Aparte de su formación pictórica en Sevilla y Madrid, viajó a Italia donde continuó aprendiendo. Conoció el trabajo de grandes pintores y personalmente a Rubens con el que trabajó algún tiempo. Tocó muchos temas en sus cuadros. En un principio relacionados con la religión como había hecho Murillo. También se acercó a la mitología con Las hilanderas o La fragua de Vulcano y trató con especial cuidado en sus pinturas a personajes que trabajaban para la corte de los Hasburgo. La obra del pintor que se exhibe en el Museo Nacional del Prado es muy extensa y posiblemente la más importante.
