Un monasterio y un palacio en el Siglo de Oro español
Acercarse al impresionante lugar donde descansa desde hace siglos el Monasterio de El Escorial es uno de los mejores planes que se pueden hacer si se visita la Comunidad de Madrid. El viaje en tren desde Madrid a El Escorial dura cerca de una hora. En la misma estación un autobús te deja no muy lejos de una de las consideradas “maravillas del mundo”. Y realmente lo es. Llegar a estas montañas donde el rey Felipe II decidió establecer la corte y un monasterio hay que hacerlo despacio. Hay que tomarse el tiempo necesario para entender las razones del monarca al elegir y construir uno de los Sitios Reales más espectaculares de la geografía española.
Sentados en el tren, subidos en un autobús o viajando en coche las montañas nos reciben como invitados de lujo para disfrutar lentamente de un paisaje boscoso en el que en el momento menos pensado surge un edificio de enormes dimensiones en la falda de una montaña donde nada de lo que se puede ver está elegido al azar.
Todo un rey renacentista
El artífice de todo lo que vemos es el rey Felipe II que quiso imprimir su estilo en todo lo que representaba el Escorial en el siglo XVI. Monarca polémico cuya defensa de la religión católica fue el eje de su reinado.
Fue un fiel represente de la Contrarreforma, movimiento cuyo objetivo era combatir la reforma protestante. Su personalidad hizo que se rodeara de los mejores artistas de la época para que hicieran realidad el símbolo de la monarquía española del siglo XVI.
Juan Bautista de Toledo, Juan de Herrera como arquitectos o pintores como Navarrete, entre otros fueran estrechos colaboradores de un rey que apreciaba el arte en cualquiera de sus facetas. Felipe II era un gran coleccionista de los mejores pintores. El Bosco, Tiziano y el Greco fueron parte de estas colecciones reales que ha llegado hasta nosotros y que hoy disfrutamos tanto en museos como en palacios y monasterios reales.
Patio de los Reyes y Basílica
Entramos al edificio y el enorme Patio de los Reyes nos sorprende con las imponentes esculturas de los Reyes de Judea realizados en granito por el arquitecto y escultor cántabro Juan Bautista Monegro. Estos reyes custodian la joya del monasterio, su Basílica. Caminar por sus interior es sentirse rodeado por la historia que cuentan sus piedras desde el inicio del templo. Cenotafios en bronce, oratorios, cuadros o relicarios nos hablan de personajes como Carlos V o Felipe II que hicieron de este lugar en el siglo XVI uno de los más apreciados e importantes del mundo conocido.
Los jardines
Felipe II no descuidó los exteriores del Monasterio. Los jardines que mandó construir encajaban a la perfección con el simbolismo del edificio. El monarca quiso acercar la naturaleza al arte. Por ello un equipo de arquitectos y jardineros dieron forma a estos jardines renacentistas por los que hoy podemos pasear. Se trajeron plantas y flores de los lugares más diversos que crearon diferentes jardines dentro de toda la obra de El Escorial.
Fachada principal y biblioteca
En el año 1562, el rey Felipe II, va a contar con el arquitecto Juan Bautista de Toledo para llevar a la realidad el sueño de construir un monasterio, un palacio, un colegio y un seminario. Estaría dedicado a San Lorenzo como podemos ver en la fachada del edificio en una escultura de Juan Bautista Monegro. Sostiene el santo una parrilla que vamos a ver en varias ocasiones, ya que es el símbolo de cómo San Lorenzo fue martirizado. Desde esta lonja de acceso al monasterio se contempla la fachada de la Biblioteca. El paseo por su interior nos acerca no sólo a las obras de arte que alberga, es también el lugar donde se enseñó y guardó todo lo relativo al conocimiento en materias estudiadas en el Renacimiento. Consultada incluso hoy por eruditos de todo tipo, fue y es una de las bibliotecas más importantes de Europa.